En un entorno marcado por la interdependencia y la incertidumbre, anticipar y aprender de las crisis es esencial. Este artículo ofrece un panorama completo y herramientas prácticas para fortalecer la resiliencia global.
El concepto de “crisis global” engloba eventos o procesos sistémicos que trascienden fronteras y sectores. Ejemplos recientes incluyen la crisis financiera de 2008, la pandemia de COVID-19 y los conflictos que alteran mercados energéticos y alimentarios.
Vivimos una policrisis o permacrisis interconectadas, donde el clima, la geopolítica, la desigualdad y la tecnología se retroalimentan. Los informes de riesgos alertan sobre un ciclo prolongado de alta incertidumbre y falta de coordinación internacional efectiva y sostenible.
Abordaremos cinco ejes fundamentales para extraer aprendizajes y estrategias de anticipación.
Los conflictos interestatales y las guerras por poder se multiplican en diversas regiones, desde Europa oriental hasta el Sahel y el Indo-Pacífico.
Estas confrontaciones generan impactos profundamente humanos y económicos, con millones de desplazados y graves interrupciones en cadenas de suministro energético y alimentario. La escalada militar y la falta de soluciones diplomáticas socavan el multilateralismo.
Los aprendizajes más relevantes incluyen:
• Desarrollar robustos mecanismos de alerta temprana a nivel local y regional.
• Apostar por la diplomacia preventiva y mediación internacional antes de que los conflictos se agraven.
• Complementar sanciones económicas con espacios de diálogo inclusivos y sostenibles.
El crecimiento económico global, estimado en 2,5–3 % anual, es modesto y desigual entre regiones. Mientras algunas economías emergentes crecen, muchas naciones avanzadas y países de renta media luchan contra la estancación.
La deuda pública y privada supera el 200 % del PIB mundial. El endurecimiento de condiciones financieras y las subidas de tipos de interés elevan el coste de servicio de la deuda.
Para mejorar la estabilidad, es vital implementar políticas fiscales contracíclicas eficientes y reforzar redes de protección social. Asimismo, reglas ágiles para la reestructuración de deuda permiten recuperaciones más rápidas.
El planeta ha superado temporalmente 1,5 °C de calentamiento respecto a la era preindustrial, lo que agrava olas de calor, sequías e inundaciones.
Las pérdidas económicas por desastres naturales superan cientos de miles de millones de dólares cada año, y los impactos sociales son devastadores, especialmente en comunidades vulnerables.
La triple crisis combina el cambio climático, la pérdida de biodiversidad y la contaminación. La brecha entre compromisos nacionales y los objetivos de París exige una acción coordinada.
Entre las lecciones clave destacan la mitigación temprana y proactiva y la inversión en infraestructuras resilientes y seguras. Los sistemas de alerta y los seguros paramétricos reducen el impacto de los desastres.
La inteligencia artificial, la biotecnología y la automatización ofrecen avances en salud, energía y productividad. Sin embargo, concentran poder en grandes empresas y militares.
El aumento de ciberataques a infraestructuras críticas y el espionaje digital son manifestaciones de la rivalidad geopolítica en el ciberespacio.
La desinformación, potenciada por redes sociales e IA generativa, erosiona la confianza en instituciones y polariza sociedades.
Para enfrentar estos desafíos, es esencial fomentar la alfabetización digital ciudadana universal y establecer marcos regulatorios ágiles que promuevan la seguridad y la innovación responsable.
Más allá de cada eje, existen marcos de análisis holísticos que integran prevención, resiliencia y gobernanza colaborativa.
Implementar estos aprendizajes en políticas y prácticas cotidianas fortalece nuestra capacidad para anticipar y contener crisis.
La incertidumbre global se convierte en oportunidad con colaboración intersectorial global y local. Gobiernos, empresas y sociedad civil deben contribuir a una cultura de anticipación y aprendizaje continuo.
Solo así construiremos un mundo preparado para enfrentar desafíos complejos, proteger a los más vulnerables y asegurar un desarrollo sostenible a largo plazo.
Referencias