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Desigualdad económica: Más allá de los indicadores

Desigualdad económica: Más allá de los indicadores

14/12/2025
Yago Dias
Desigualdad económica: Más allá de los indicadores

La desigualdad económica se presenta como uno de los desafíos centrales de nuestro tiempo. Aunque los datos cuantitativos ofrecen una visión evidente, tras ellos se esconden realidades más profundas que afectan a millones de personas.

Definición y límites de los indicadores clásicos

Para comprender la magnitud de la desigualdad, es habitual recurrir a medidas como el índice de Gini o las comparaciones entre los extremos de la distribución. Sin embargo, estos indicadores no capturan por completo las múltiples facetas del problema.

  • Índice de Gini de ingresos y riqueza.
  • Ratios entre ingresos del decil más alto y más bajo.
  • Participación del 1 % más rico y del 50 % más pobre.

Aun siendo útiles, estas métricas dejan de lado el acceso a servicios básicos, el poder político, las discriminaciones o las barreras territoriales. Aquí cobra relevancia la desigualdad multidimensional, que integra factores económicos, sociales y culturales.

Al ampliar la mirada más allá de las cifras, podemos identificar desequilibrios en educación, salud, tecnología, género, raza o territorio. De este modo, el análisis se enriquece y ofrece nuevas vías de acción.

Datos globales y tendencias recientes

El panorama mundial revela que más del 80 % de los países, que representan cerca del 90 % de la población, presentan niveles altos de desigualdad según el Banco Mundial. Desde el año 2000, el 1 % más rico ha captado en torno al 40 % de la riqueza generada, mientras que el 50 % más pobre apenas ha visto mejorar sus condiciones.

En términos patrimoniales, alrededor del 1,5 % de los adultos acumula cerca de la mitad de la riqueza global. Al mismo tiempo, el 40 % más pobre concentra solo una pequeña porción de los activos, lo que intensifica las brechas y limita la movilidad social.

La pobreza extrema sigue afectando a casi 800 millones de personas, con ingresos por debajo de umbrales internacionales. Históricamente, la participación del grupo más rico ha aumentado sistemáticamente desde los años ochenta, mientras la del 50 % más desfavorecido se ha estancado o reducido en numerosas regiones.

Percepción social de la desigualdad

Más allá de los datos, las encuestas muestran que una mediana del 54 % de los adultos considera la desigualdad económica como un problema «muy grave» en su país. Esta percepción trasciende de la brecha salarial e incluye preocupaciones sobre género, raza y diferencias urbano-rurales.

Los ciudadanos advierten que la falta de equidad socava la cohesión social y puede derivar en tensiones políticas. Incluso en economías avanzadas, la desigualdad se vive como una amenaza al bienestar colectivo y a la estabilidad democrática.

Causas estructurales de la desigualdad

Para diseñar soluciones efectivas es fundamental comprender las raíces profundas de la desigualdad. Estas causas operan de manera interrelacionada y refuerzan dinámicas de exclusión.

  • Mercado de trabajo y precariedad.
  • Política fiscal y redistribución.
  • Concentración de capital y poder corporativo.
  • Globalización y brecha digital.
  • Desigualdades históricas y coloniales.

El mercado de trabajo y precariedad se manifiesta en empleos informales, rotación constante y salarios estancados. Muchos trabajadores de baja cualificación han visto descender sus ingresos reales durante años.

La política fiscal y redistribución resulta insuficiente en muchos países, con sistemas tributarios regresivos y gasto social mal focalizado. Esto limita la capacidad de corregir los desequilibrios y aumentar la calidad de vida de los más vulnerables.

La concentración de capital y poder corporativo se traduce en un crecimiento acelerado de grandes fortunas, mientras las rentas del trabajo pierden peso relativo. Esta dinámica alimenta ciclos de riqueza heredada y refuerza la posición de élites económicas.

La automatización y digitalización que reemplazan empleos favorece a perfiles altamente cualificados y propietarios de plataformas, dejando atrás a quienes carecen de formación tecnológica y acceso a la conectividad.

Por último, la persistencia de estructuras de poder coloniales mantiene desigualdades entre regiones del Norte y Sur global, así como entre grupos étnicos y raciales dentro de las naciones.

Dimensiones más allá del ingreso

La desigualdad económica se entrelaza con otras brechas que profundizan el desequilibrio:

Desigualdad de género: El Informe Global sobre la Brecha de Género 2025 sitúa el avance en torno al 68 %, con proyecciones de más de 120 años para alcanzar la paridad. Persisten diferencias salariales del 20-30 % y una sobrecarga de trabajo de cuidados.

Desigualdad territorial: Las zonas rurales enfrentan menor acceso a empleo formal, servicios públicos y conectividad digital. A escala internacional, la brecha entre países centro y periferia se refleja en ingresos per cápita y vulnerabilidad ante crisis.

Desigualdad en educación y salud: El nivel socioeconómico del hogar condiciona los resultados académicos y el acceso a servicios sanitarios de calidad. Esto afecta la capacidad de inversión en capital humano y limita las oportunidades de desarrollo.

Consecuencias económicas

La investigación demuestra que la desigualdad elevada puede frenar el crecimiento. La falta de equidad en la base distributiva reduce la inversión en formación y disminuye la movilidad intergeneracional.

Países con mayor desigualdad ven caer la proporción de hijos que superan los ingresos de sus padres. Esto no solo afecta la prosperidad individual, sino que también erosiona la confianza en las instituciones y la cohesión social.

Posibles vías de solución

Frente a este escenario complejo, existen estrategias de acción que pueden mitigar la brecha económica y social:

  • Reforma tributaria progresiva y lucha contra la evasión.
  • Ampliación y focalización del gasto social.
  • Inversión en educación y capacitación tecnológica.
  • Políticas de equidad de género y derechos laborales.
  • Fortalecimiento de la gobernanza global y cooperación.

Abordar la desigualdad requiere un compromiso coordinado entre gobiernos, sector privado y sociedad civil. Solo así se podrá construir un futuro con oportunidades reales para todas las personas, donde la equidad sea el pilar del progreso.

Referencias

Yago Dias

Sobre el Autor: Yago Dias

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