En un mundo interconectado, la estabilidad económica depende en gran medida de la actuación coordinada de las autoridades monetarias. Comprender su rol es esencial para valorar el equilibrio financiero global.
Un banco central es la institución pública autónoma responsable de regular la oferta de dinero y garantizar la estabilidad de precios. Su mandato suele abarcar la estabilidad financiera a largo plazo y la supervisión del sistema bancario.
La conexión entre inflación baja, crecimiento sostenible y empleo se sustenta en la interacción entre:
Para lograrlo, los bancos centrales se dotan de metas explícitas de inflación y utilizan marcos de comunicación robustos para anclar expectativas.
El sistema global se articula alrededor de varios bancos centrales clave y organismos de coordinación que facilitan la cooperación internacional.
Además, organismos como el FMI, el BIS y el Consejo de Estabilidad Financiera (FSB) establecen estándares y promueven diálogos en foros del G20.
Los bancos centrales cuentan con instrumentos convencionales y no convencionales para influir en la economía.
Los cambios en las tasas de las grandes economías generan spillovers globales, afectando inflación, crecimiento y tipos de cambio en el resto del mundo.
Más allá de la política monetaria, los bancos centrales desempeñan un rol crucial en el ámbito macroprudencial y de supervisión.
Algunas herramientas esenciales incluyen:
Igualmente, administran la infraestructura de pagos de alto valor y sistemas de liquidación, garantizando que las transacciones críticas se procesen incluso en crisis.
Para ilustrar el impacto de la acción coordinada, vale la pena repasar tres episodios decisivos:
Crisis financiera global de 2008-2009: Una respuesta simultánea de las principales autoridades redujo agresivamente tasas, implementó programas masivos de liquidez y lanzó cuantitativa expansiva. Este esfuerzo conjunto evitó el colapso del sistema bancario y sentó las bases de Basilea III y nuevas regulaciones macroprudenciales.
Crisis de deuda soberana en la eurozona (2010-2012): El BCE intervino con el compromiso de “hacer lo que fuera necesario” para preservar la integridad del euro. La compra de bonos y el diseño de herramientas como OMT restauraron la confianza y estabilizaron los mercados de deuda.
Pandemia de COVID-19 (2020): La rapidez y magnitud de los recortes de tipos, la compra de activos públicos y privados, y los programas específicos de crédito a empresas marcaron un precedente de cooperación global. Las líneas de swap en dólares del Fed con otros bancos aliviaron tensiones de liquidez y apoyaron mercados soberanos y corporativos.
Las decisiones de política de un país se transmiten al resto del planeta por varios canales:
1. Canal de tasas de interés: Los rendimientos de bonos de referencia anclan el costo global del financiamiento. Aumentos en EE.UU. encarecen la deuda en otros mercados y pueden provocar salidas de capital.
2. Canal cambiario: Subidas de tipos en economías avanzadas aprecian su moneda, presionando a la baja las divisas emergentes y agravando riesgos de refinanciación.
3. Canal de precios de activos: Políticas expansivas elevan el apetito por riesgo, impulsan precios de acciones y bonos. Un volteo brusco en la política puede desatar correcciones globales y volatilidad.
El entorno post-pandemia plantea nuevos desafíos:
• Inflación elevada que comienza a descender, pero persiste el riesgo de shocks de oferta y tensiones geopolíticas.
• Endeudamiento público y privado en niveles récord, limitando la maniobra fiscal y aumentando la tentación de la dominancia fiscal.
• Crecimiento de la intermediación financiera no bancaria, donde fondos y aseguradoras asumen roles de crédito tradicional, complicando la supervisión.
De cara al futuro, los bancos centrales deberán equilibrar la meta de estabilidad de precios con el imperativo de preservar la solidez del sistema financiero. La cooperación internacional y el perfeccionamiento de los marcos macroprudenciales serán elementos esenciales para afrontar los desafíos que surjan.
En definitiva, el rol de estas instituciones es un pilar fundamental para sostener la confianza en los mercados y asegurar un crecimiento global sostenible.
Referencias