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Impacto económico del cambio climático: Costos ocultos

Impacto económico del cambio climático: Costos ocultos

26/10/2025
Maryella Faratro
Impacto económico del cambio climático: Costos ocultos

El cambio climático ya no es una amenaza lejana: afecta hoy la economía global y local, dejando huellas visibles y ocultas que comprometen el futuro. Detrás de cada desastre natural se esconden repercusiones profundas en la inversión, la productividad y el bienestar.

Magnitud macroeconómica global

Los estudios más recientes indican que, si no se alcanzan los objetivos del Acuerdo de París, el valor económico mundial podría perder alrededor de un 10 % hacia mediados de siglo. En escenarios de calentamiento superiores a 2 ºC, la caída del PIB global podría rondar el 20 %.

En Europa, incluso en un escenario moderado de 1,5–2 ºC, se estiman pérdidas anuales entre 42.000 y 83.000 millones de euros. De alcanzar 3 ºC de aumento, las cifras podrían escalar hasta 175.000 millones de euros al año.

Para el verano de 2024-2025, el Banco Central Europeo calculó una factura de 43.000 millones de euros por olas de calor, sequías e inundaciones. Sin medidas adicionales, esta cifra podría triplicarse hasta 126.000 millones en 2029, generando pérdidas patrimoniales netas para hogares y empresas y tensiones fiscales considerables.

Mecanismos visibles e invisibles

El impacto económico se despliega en dos planos: los daños directos y una serie de costos ocultos que pocas veces aparecen en las cuentas oficiales.

  • Daños directos: destrucción de infraestructuras, viviendas y cultivos tras fenómenos extremos.
  • Costos de emergencia y reconstrucción: gastos públicos y privados en urgencias y reparaciones.
  • Pérdida de producción: interrupción de cadenas de suministro y paralización de actividades.

Junto a lo anterior, los costos ocultos de sistemas agroalimentarios incluyen menor productividad laboral por estrés térmico y enfermedades, así como aumento de mortalidad prematura, que repercuten en el gasto sanitario y en la competitividad.

  • Riesgo financiero sistémico: devaluación de activos inmobiliarios y agrícolas en zonas vulnerables.
  • Primas de seguros crecientes: regiones que se vuelven inasegurables o muy costosas.
  • Subsidios distorsionantes: más de 7 billones de dólares anuales a fósiles y agricultura intensiva.

Estos mecanismos acentúan la desigualdad y amenazan la estabilidad financiera global, presionando a gobiernos y familias.

Costo de la inacción vs beneficios de la acción

¿Qué sucede si seguimos sin intervenir? Las pérdidas continuarán acumulándose y se multiplicarán. Sin embargo, invertir hoy en adaptación y mitigación ofrece retornos claros.

  • Mejoras en infraestructuras: sistemas de drenaje, barreras costeras y redes eléctricas resistentes.
  • Transición energética: despliegue masivo de renovables y eficiencia en edificios e industria.
  • Agricultura climáticamente inteligente: técnicas de riego eficiente, agroforestería y suelos regenerativos.

Las estimaciones apuntan a que cada dólar invertido en adaptación puede generar entre 2 y 10 dólares en beneficios netos a largo plazo, reduciendo el impacto de eventos extremos y fortaleciendo la gestión proactiva ante riesgos climáticos.

Por otro lado, el coste de la inacción se refleja no solo en cifras públicas, sino en vidas humanas y tejidos sociales dañados, especialmente en comunidades más vulnerables.

Camino hacia la resiliencia económica

Para avanzar hacia una economía verdaderamente resiliente, es esencial alinear políticas, mercados y ciudadanos en torno a una visión compartida:

  • Implementar precios que internalicen emisiones y daños ambientales.
  • Reorientar subsidios hacia energías limpias y prácticas sostenibles.
  • Fomentar colaboración público-privada en investigación y desarrollo de soluciones climáticas.

Solo así será posible transformar el riesgo en oportunidad, dinamizar la economía y proteger nuestro legado. Incorporar criterios de sostenibilidad en la planificación financiera y empresarial es hoy una prioridad para asegurar prosperidad y equidad.

La encrucijada ante la que nos encontramos exige valentía y visión. Actuar ahora significa salvaguardar recursos, vidas y la capacidad de innovar. Cada inversión en mitigación y adaptación es un paso firme hacia un mundo más justo y próspero.

Este es el momento de asumir responsabilidades: gobiernos, empresas y ciudadanos unidos en un compromiso global que permita enfrentar el desafío climático con esperanza y determinación.

Referencias

Maryella Faratro

Sobre el Autor: Maryella Faratro

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