En un contexto global marcado por tensiones y alianzas cambiantes, comprender la nueva geopolítica económica resulta esencial para anticipar retos y oportunidades.
La transición hacia un sistema multipolar en ascenso redefine las reglas del juego. Ya no basta con priorizar la eficiencia y la globalización: emergen la seguridad económica y resiliencia y el control estratégico de cadenas de valor como ejes centrales.
Esta transformación plantea una pregunta guía: ¿cómo se redistribuye el poder económico mundial y qué implica para el comercio, el crecimiento y la gobernanza global?
Para responderla, es clave dominar algunos conceptos clave:
Estos conceptos servirán de guía para explorar la nueva correlación entre política, comercio y crecimiento.
Durante décadas, el orden global fue definido por una potencia predominante. Hoy convergen al menos cuatro polos principales: Estados Unidos, China, la Unión Europea y un conjunto de potencias regionales. Este amplio espectro de actores moldea un entorno donde la rivalidad y la cooperación coexisten.
Los datos macroeconómicos recientes revelan tendencias claras:
Según proyecciones del FMI y el Banco Mundial, el crecimiento global rondará el 3 % en 2024 y podría desacelerarse ligeramente en 2025–2026, con economías emergentes superando con creces a las avanzadas.
Este reequilibrio ilustra cómo el poder se dispersa y diversifica, sin que un solo actor reemplace por completo a otro.
La fase dorada de la globalización, caracterizada por caídas constantes en aranceles y barreras, ha dado paso a un escenario de fragmentación del comercio global. Aranceles, sanciones y políticas proteccionistas redefinen rutas y alianzas.
Organismos internacionales advierten sobre los costes de esta fragmentación: pérdidas de varios billones de dólares en valor agregado y ralentización de las cadenas de suministro.
El resultado es un comercio más lento y segmentado, donde la gestión activa de riesgos reemplaza la confianza ilimitada en la interdependencia.
Junto a la fragmentación, surgen nuevas geografías de producción:
– Friendshoring y nearshoring mueven plantas desde China hacia México, Europa del Este y Sudeste Asiático.
– RCEP, USMCA y acuerdos bilaterales fortalecen bloques regionales.
– Los sectores de semiconductores, minerales críticos y energías limpias son negociados en “mini-acuerdos” especializados.
Determinados ámbitos concentran la atención de gobiernos y empresas:
En cada uno, las potencias aplican subsidios masivos y controles para asegurar cadenas de valor:
• Programas CHIPS y IRA en EE. UU., • Planes de autosuficiencia tecnológica en China, • Políticas de autonomía estratégica abierta en la UE.
La guerra de estándares y la definición de protocolos de ciberseguridad son hoy armas de poder suave e influencia global.
Ante este panorama, gobiernos, empresas y profesionales deben:
La capacidad de maniobra estratégica global dependerá de la habilidad para navegar tensiones, identificar socios fiables y anticipar cambios en las cadenas de valor.
La nueva geopolítica económica exige un enfoque que combine visión estratégica y adaptación continua. La competencia de bloques no es irreversible: puede coexistir con proyectos multilaterales selectivos y cooperación en áreas críticas como el cambio climático, la salud y la innovación.
Entender las dinámicas de poder y comercio es esencial para promover un crecimiento inclusivo y sostenible en un mundo cada vez más interconectado y fragmentado.
Referencias