En un mundo donde la economía global navega entre incertidumbres y desafíos, comprender las herramientas de los bancos centrales resulta esencial. El Quantitative Easing (QE) y el Quantitative Tightening (QT) han cobrado protagonismo en las últimas décadas. Este artículo ofrece un análisis profundo, política monetaria no convencional y un puente entre teoría y práctica, para que inversores, estudiantes y ciudadanos aprecien su impacto.
Para adentrarnos en este tema, conviene manejar nociones básicas que sustentan el QE y el QT. Estos términos son la base de una política compleja que influye en cada aspecto de la economía.
El QE es una respuesta innovadora ante ciclos prolongados de recesión y deflación. Japón lideró esta senda a principios de los 2000. El Banco de Japón expandió su balance en proporciones elevadas, alcanzando cerca del 30 % del PIB, para luchar contra la deflación estructural.
Tras la crisis financiera global de 2008–2009, la Reserva Federal de Estados Unidos lanzó sucesivas rondas de QE:
QE1 (2008–2010) adquirió alrededor de 1,25 billones de USD en valores hipotecarios y bonos del Tesoro. QE2 amplió otras compras por 600.000 millones de USD y en QE3 se implementó un programa abierto que llevó el balance de la Fed de menos de un billón a más de 4 billones de USD.
El Banco de Inglaterra, a través de su Asset Purchase Facility, inyectó cantidades equivalentes al 15 % del PIB del Reino Unido. El Banco Central Europeo inició compras masivas en 2015, acumulando activos por valor de 3,5 billones de euros, cerca del 30 % del PIB de la eurozona.
La pandemia de COVID-19 marcó un hito: la Fed declaró compras “ilimitadas” y el BCE desplegó el PEPP, sumando trillones de euros adicionales. Estas medidas elevaron los balances de los bancos centrales a niveles nunca antes vistos.
El proceso de QE puede desglosarse en cinco etapas fundamentales:
1. Creación de dinero en forma de reservas bancarias electrónicas.
2. Compra masiva de bonos soberanos, MBS y, en algunos casos, bonos corporativos.
3. Aumento de precios de los bonos y reducción de sus rendimientos, transmitiendo presión a toda la curva de tipos.
4. Transmisión a la economía real: hipotecas y préstamos más económicos, impulsar la demanda y la inversión mediante crédito accesible.
5. Canales de transmisión: tipos de interés, expectativas, cartera y tipo de cambio.
Gracias a estos pasos, el QE actúa como catalizador. Los ahorros bancarios se transforman en crédito, y ese crédito se traduce en consumo e inversión, reavivando economías estancadas.
Los bancos centrales defienden el QE por varias razones:
La idea es que, ante una recesión o una depresión similar a la Gran Depresión, el banco central amplíe sus horizontes de acción y “va a hacer lo que sea necesario” para sostener la actividad.
A pesar de sus ventajas, el QE acarrea peligros:
Estas críticas invitan a reflexionar sobre el momento y la forma de aplicar el QE, así como la necesidad de preservar la disciplina fiscal y evitar sostener empresas “zombi” con crédito barato.
El QT surge como el reverso del QE. Su finalidad es retirar liquidez del sistema financiero y devolver al banco central a niveles de balance más normales.
Se despliega mediante:
– Pasivo: permitir que los bonos venzan y no reinvertir.
– Activo: venta directa de activos en el mercado secundario.
– Ajuste paralelo de las tasas oficiales, elevando el coste del dinero.
En conjunto, estas medidas provocan un alza de los rendimientos a largo plazo y un endurecimiento de las condiciones financieras.
La Fed experimentó un proceso de normalización entre 2017 y 2019, reduciendo su balance de 4,5 billones a cerca de 3,8 billones de USD. El ritmo de runoff alcanzó un techo mensual de 50.000 millones de USD en valores del Tesoro y 30.000 millones en MBS.
En marzo de 2019, tensiones en el mercado de repos obligaron al banco central a revertir el proceso y reinyectar liquidez. Esto dejó en evidencia la fragilidad de los mercados ante una retirada brusca de estímulos.
Tras la pandemia, el BCE y la Fed iniciaron discretamente fases de QT a partir de 2022, ajustando gradualmente el volumen de compras en sus programas regulares.
Dominar el QE y el QT es fundamental para anticipar movimientos de mercado y decisiones de política pública. Para inversores, entender estos mecanismos ayuda a ajustar carteras según el ciclo monetario, optando por activos de riesgo cuando el QE está activo y parcializando posiciones antes de un QT.
Desde la óptica de un ciudadano, conocer estas herramientas permite apreciar el impacto en préstamos hipotecarios, tasas de ahorro y expectativas de inflación. Mantenerse informado, diversificar inversiones y evaluar el horizonte temporal son consejos básicos para navegar con éxito en un entorno de alta incertidumbre.
En definitiva, el QE y el QT representan dos caras de la misma moneda: la expansión y el ajuste de la liquidez global. Reconocer sus efectos y límites contribuye a construir decisiones financieras más sólidas y participar de manera activa en el debate sobre el rumbo de la economía mundial.
Referencias